El vivir en un mundo marcado por la velocidad, las apariencias y la superficialidad, ha despertado en ella la preocupación por la indiferencia que existe por los placeres de la mesa y el buen comer. Años de cultura gastronómica son reemplazados por alimentos de comida rápida y esto ha provocado que desaparezcan de la mesa deliciosos platos y recetas de nuestros antepasados. Cuando nos mudamos a tierras lejanas el arte de la buena mesa se va perdiendo, y nuestros hijos y nietos pierden la oportunidad de disfrutar de ella.